Volumen 15 - Nº 87
Junio-Julio 2005

Australia
2,12
EEUU
2,11
India
1,98
Brasil
1,93
España
1,89
México
1,85
Argentina
1,84
Francia
1,77
Italia
1,73
Reino Unido
1,67
China
1,67
Turquía
1,56
Promedio América latina
1,20
Promedio países de altos ingresos
1,36
Promedio otros países
0,74
Tabla 1. Crecimiento porcentual anual de la productividad agrícola durante los últimos 40 años. Fuente: De Ferranti 2004.

El especial dinamismo de la agricultura argentina de los 90 estuvo caracterizado por importantes cambios tecnológicos (de los que se ocupan otras notas en este número), pero también fue resultado de circunstancias políticas y económicas por las que se modificaron los precios relativos, se desreguló la comercialización y mejoró la infraestructura, en especial, los puertos, el transporte y las comunicaciones. Por otro lado, la modernización agrícola, que había comenzado en la década de 1970, abrió paso en la escena productiva a nuevos actores sociales y, sobre todo, llevó al centro de esta al contratista, un personaje que en poco tiempo se convirtió en el principal de la obra. Su ascenso fue favorecido por el hecho de que, en los años iniciales de la modernización, algunos pequeños o medianos productores pudieron superar las barreras de acceso al crédito y así adquirir más máquinas que las que necesitaban para cultivar sus tierras. Lograron de ese modo vender servicios a otros productores, lo cual amplió las posibilidades de producción e impulsó la innovación técnica vinculada con la maquinaria agrícola. El mejoramiento de la capacidad empresaria de muchos productores fue otro elemento central. Estos factores produjeron un significativo aumento de productividad, comparable con el dado en países más desarrollados, como se aprecia en la tabla 1.

El contexto económico y productivo que hizo emerger a dichos nuevos actores sociales se caracterizó por un conjunto de rasgos de los que ellos sacaron buen provecho. Así, el deterioro de los precios de los productos agrícolas con relación al costo de vida afectó la rentabilidad de las empresas agrícolas familiares, que necesitaron más hectáreas y más producción para que sus propietarios pudiesen mantener su nivel de vida, como lo indica la creciente disminución entre la relación de los precios agrícolas y no agrícolas de la figura 1. Ello llevó a que muchos arrendaran sus predios y se establecieran en las ciudades, en busca de otras alternativas de trabajo.

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