Volumen 13 - Nº 78
Diciembre 2003
Enero 2004

Cartas de lectores

 

LA CARRERA DEL INVESTIGADOR CIENTÍFICO DEL CONICET

 Roberto Fernández Prini mandó a Ciencia Hoy, con pedido de publicación, la copia de una carta que los científicos del INQUIMAE (Instituto de Química de Materiales, Ambiente y Energía) enviaron al presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, a quien le hicieron llegar algunas reflexiones sobre lo que consideramos uno de los mayores problemas actuales en la carrera del investigador científico del CONICET, que se resumen a continuación:

 Es un hecho que la edad promedio en la carrera del investigador está creciendo y que el ingreso de jóvenes investigadores con méritos para poder hacerlo es insuficiente para mantener la planta vegetativa en los próximos diez años. El reciente aumento de presupuesto puede ser un instrumento para comenzar a solucionar este problema.

Desde la perspectiva de la disciplina de las ciencias químicas, aplicable a todas las disciplinas que poseen una tradición científica reconocida en el extranjero, uno de los obstáculos más graves al ingreso en la carrera del investigador científico del CONICET es la falta de alicientes para que los jóvenes se incorporen al sistema, pues cobran sueldos muy bajos y tienen perspectivas inciertas de progreso personal en los diez años siguientes a su ingreso.

Los jóvenes científicos que han realizado una tesis doctoral y un trabajo de investigación en el extranjero tienen alrededor de 30 años y muchos podrían ser buenos candidatos a obtener nombramientos académicos con estabilidad laboral (tenure) en los EEUU y Canadá, o a ocupar posiciones similares en Europa. Dominan idiomas, conocen y practican la ciencia más competitiva de sus especialidades y, por lo general, están en la etapa de formar una familia. A esas personas se les ofrece aquí un salario de $800 mensuales, lo que percibe un pasante de química después del segundo año de estudios de grado por seis horas diarias de trabajo. Esto significa que la perspectiva de los jóvenes científicos es regresar a la Argentina en condiciones mucho menos peores que las que tenían como becarios en el extranjero.

Además carecen de posibilidades de conseguir, de fuentes locales, subsidios de algún peso para iniciar una línea de investigación propia, y menos aún los obtendrían si se instalaran en lugares en los que la disciplina tiene poco desarrollo. De esta manera, mientras muchos buenos investigadores se concentran en pocos sitios, hay otros lugares donde se enseña química que no tienen un nivel internacionalmente competitivo.


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