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Volumen 13 - Nº
75
Junio - Julio 2003 |
José A. Pérez Gollán
Museo Etnográfico, 'Juan B. Ambrosetti', FFyL, UBA |
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“Yahvé-Dios plantó un huerto en Edén, al Oriente y puso allí al hombre que había formado. Yahvé-Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista y de frutos buenos para comer. Un río salía de Edén que regaba el huerto. Pronto se dividía en cuatro ramales: el nombre de unos era Pisón, el nombre del segundo es Gihón, el nombre del tercero es Hiddekel, y éste es el que va hacia el Oriente de Asiria, y el cuarto río es el Eufrates" (Génesis, II). |
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Soldado asirio.Til-Barsib (siglo VIII a.C.) |
El saqueo de los museos de Irak y la amenaza de destrucción de sus bienes
culturales una de las consecuencias de la invasión para derrocar
al régimen de Saddam Hussein han puesto sobre el tapete algunos
de los temas centrales del patrimonio: a quién pertenece y qué
uso se le da.
La herencia cultural de Irak es de particular importancia pues fue en la Mesopotamia
área nuclear del territorio iraquí donde se desarrolló
por primera vez el estadio de evolución socio-cultural que los arqueólogos
han rotulado como neolítico y que, en términos generales,
supone la fabricación de utensilios de cerámica y piedra pulida,
una economía basada en la explotación de plantas y animales domésticos
y el asentamiento en aldeas permanentes.
Con el reemplazo de la caza y la recolección por la agricultura y el
pastoreo, como la forma dominante de producción de alimentos durante
el neolítico, se puso en marcha un complejo proceso adaptativo que dio
lugar a grandes cambios sociales e ideológicos: se establecieron las
bases para el surgimiento del Estado y las ciudades de la antigüedad clásica
y quizás lo más importante el desarrollo de todas
las civilizaciones modernas. No es aventurado afirmar que a partir del noveno
milenio aC, se produjeron más transformaciones profundas en el patrimonio
cultural del Viejo Mundo que en todos los miles de años precedentes de
evolución humana.
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