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Volumen 13 - Nº
75
Junio - Julio 2003 |
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Tú
que vendrás más tarde lee para tí esta estela, que yo Naram-Sin, que soy hijo de Sargón, he escrito y dejado para los tiempos futuros! [ ] Que sabios escribas redacten tu propia estela, tú que, de haber visto mi estela, habrías podido salvarte. Tú, que me habrás bendecido, que otro más tarde te bendiga a ti a tu turno. Estela de Naram-Sin (rey acadio, 2260-2223aC). |
Cabeza de mujer coronada. Nimrud (siglo VIII a.C.). Museo de Bagdad. |
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En la antigua Mesopotamia, que ahora es parte de Irak, donde surgieron las primeras ciudades y las formas iniciales de escritura, la piedra no era abundante. Allí se inventó moldear el barro en bloques rectangulares y a cocerlo, para construir templos y palacios. La piedra se utilizó para producir imágenes y textos que perduraran en el tiempo e instruyeran a las generaciones futuras. Así lo expresó el rey acadio Naram-Sin en una estela de piedra que relata en imágenes y escritura cuneiforme sus hazañas y conquistas.
Esa estela, llevada al Louvre en el siglo XIX, puede verse en estos días en Nueva York, en la gran exposición sobre el arte del cercano Oriente que el Metropolitan acaba de inaugurar con piezas sumerias, acadias, asirias y babilónicas, de su propia colección y de otros grandes museos como el Louvre, el British Museum o el Hermitage. Lleva el sugestivo título de Arte de las primeras ciudades (Art from the first cities). Esas primeras ciudades estaban en el mismo lugar en que, hace apenas un mes, los Estados Unidos y sus aliados hicieron caer una lluvia de bombas. La exposición se inauguró en medio de una intensa polémica en torno al saqueo y destrucción de museos, bibliotecas y sitios arqueológicos que aconteció en Irak inmediatamente después de la ocupación por las tropas invasoras, sin que tomaran medidas para evitarlo.
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