Volumen 12 Nº 71
Octubre - Noviembre 2002


Encuestas electorales:

¿Pronósticos científicos o pasatiempos mundanos?

Francis Korn
CONICET-Instituto de Ciencias Sociales y Políticas, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires

María Ester Gené, Imagen ígnea, 1996. Acrílico sobre tela, 110 x 95cm.

A pesar de que las predicciones de las encuestas electorales a menudo no se cumplen, o lo hacen solo parcialmente, estos instrumentos estadísticos de medición de opinión son esperados por público y candidatos cada vez con mayor avidez. ¿Cuáles son los problemas y límites de las encuestas?

‘La mayoría de las reputaciones de sabiduría siguen el mismo camino: en cuanto se establece el prestigio, disminuye la capacidad de acierto.’
                  Fernando Savater, A caballo entre milenios.

Una vez más las elecciones presidenciales francesas de 2002 volvieron a exponer el problema al que hicimos referencia tantas veces: el conjunto de los votantes se negó a comportarse como las encuestas previas se lo indicaban. A menos de una semana de la primera ronda de este acto electoral, los pronósticos anunciaban una segunda vuelta entre el candidato del centro derecha (Jacques Chirac) y el de la izquierda (Lionel Jospin). La primera vuelta se mostró rebelde a este mandato y proclamó, en cambio, una segunda vuelta entre ese primer candidato y el de la derecha más dura (Jean-Marie Le Pen).

Volvió a repetirse este hecho inquietante: lo que predicen las encuestas de opinión realizadas sobre la base de supuestas muestras del universo de votantes no se conforma, en un número desmedido de casos, con lo que la teoría de las muestras predice. Dicho de otro modo: la población completa de votantes (única cuyas respuestas se pueden conocer cuando se indaga sobre opiniones) refuta la conjetura probabilística sobre la que se basa la teoría de las muestras. Esto ocurre, sin distinción, en el ‘primer mundo’ (el caso de Francia al que aludimos, los varios en España, los que se produjeron en Gran Bretaña y tantos más) y en los ‘otros mundos’: Perú, la Argentina, Chile, por ejemplo, fueron ‘escenarios’ de múltiples errores de predicción de este cariz. En varios de estos casos, inducidos por los resultados de las encuestas finales llamadas de ‘boca de urna’, varios candidatos tuvieron que soportar el papelón de festejar una elección que no habían ganado (el caso de Aznar en su primera candidatura viene rápidamente a la memoria).

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