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Volumen
11 - Nº 66
Diciembre 2001 Enero 2002 |
Para archivos, museos y bibliotecas, la aparición hace aproximadamente una década de la posibilidad de reproducir documentos de manera digital suscitó un complicado conjunto de cuestiones vinculadas con la mejor manera de preservar los materiales confiados a su custodia. Todas las instituciones que conservan documentación valiosa o libros antiguos enfrentan desde siempre un conocido dilema, derivado, de manera inevitable, de su doble misión: por un lado preservar esos materiales y por otro lado ponerlos a disposición del público interesado en consultarlos o, simplemente, admirarlos. Se deben conservar los objetos para garantizar su existencia futura en beneficio de las próximas generaciones y para mantener a salvo las fuentes de la memoria histórica y cultural de cada sociedad. Se preserva para permitir el uso continuado de los originales. Pero ese uso y la manipulación requerida para las consultas ocasiona irremediablemente la degradación de dichos originales, a tal punto que, con el tiempo, se corre el riesgo de destruir el patrimonio que se debía preservar. Ante este dilema, la respuesta más extendida ha sido generar copias de uso, reproducciones fieles de los originales que cumplen bien en casi todos los casos con las necesidades de acceso que requiere el público, pero evitan el riesgo de la manipulación.
![]() Estaciones de digitalización de documentos en el Proyecto Patrimonio Histórico (Instituto Ravignani, FFyL, UBA). |
Antiguamente se recurría a copias manuscritas, no solo para preservar originales sino, también, para dar a conocer materiales únicos, de imposible acceso para quien requiriese consultarlos en lugares del mundo distintos de aquel del repositorio. No hubo, por siglos, otra manera de hacer tales duplicados que utilizando los servicios de copistas. Con el tiempo, como se sabe, llegó otro tipo de reproducciones, como la fotografía y la fotocopia, que fueron extensamente usadas para duplicar y difundir manuscritos únicos, colecciones de publicaciones periódicas y otros variados materiales. Como parte de ese proceso, el microfilm se convirtió en el método más difundido de reproducción, difusión y preservación de originales. Su gran diseminación condujo a que se definieran criterios rigurosos para juzgar la calidad de la imagen, las técnicas de exposición y las condiciones de almacenamiento, que son hoy ampliamente conocidos y utilizados en los repositorios más importantes del mundo.
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