En un artículo aparecido en el New
York Review of Books (8 de agosto, 13, volumen 43, 1996) con ocasión del artículo en
broma que Ud. publicó en Social Text, Weinberg efectúa afirmaciones muy
polémicas respecto de las relaciones entre física y cultura...
Efectivamente. Refiriéndose únicamente a la física (y excluyendo todas aquellas
partes de la ciencia que hacen alusión directa a los seres humanos, como la biología, la
psicología, etc.) él afirma que la ciencia no tiene implicaciones culturales o
filosóficas válidas, no se puede deducir de ella ninguna conclusión cultural o
filosófica, excepto una: el hecho de que existen leyes físicas en el universo. Yo estoy
de acuerdo en cuanto a las implicaciones culturales. Pero no lo estoy en cuanto a las
implicaciones filosóficas. Creo que desde el punto de vista filosófico es importante
saber, por ejemplo, si las leyes fundamentales son determinísticas o estocásticas. Sin
embargo, considero que, en general, Weinberg tiene razón. Con frecuencia, lo que se
considera implicaciones o efectos culturales de la física proviene de malentendidos, que
no son consecuencias lógicas de la física.
Por ejemplo, en Impostores intellectuelles dedicamos un capitulo a criticar un
trabajo de Bruno Latour, el cual consiste en un análisis semiótico de la relatividad
("A relativistic account of Einstein's relativity", Social Studies of Science
18: 3-44, 1988). David Mermin publicó un artículo en Physics Toda y ("What's
Wrong with this Reading?", octubre 11-12, 1997), en donde crítica nuestra crítica y
defiende, en parte, la interpretación de Latour. En la versión inglesa de nuestro libro (Intellectual
Impostores, Londres, 1998) hemos añadido una réplica a Mermín. Si Latour está
tratando de extraer consecuencias sociológicas de la relatividad que puedan ser
consideradas implicaciones lógicas, creemos que simplemente se equívoca. Afirmamos que
la relatividad no tiene ninguna implicación lógica para la sociología y la
demostración es: imagínense que mañana un experimento demuestra, sin lugar a dudas, que
la relación entre la energía y la velocidad de un electrón difiere ligeramente de la
prevista por Einstein. Esto causaría una revolución en la física, ¿no? Sin embargo,
¿debería este sorprendente (imaginario) hallazgo inducir a los sociólogos a modificar
sus teorías sobre el comportamiento humano? Evidentemente, no. Pero si una eventual
falsedad de la relatividad no puede desmentir las teorías sociológicas, entonces la
verdadera relatividad no tiene por qué poder sustentarías. Entre relatividad y
sociología no hay relación lógica.
Está bien. Pero uno podría decir que, por ejemplo, la física tiene implicaciones
culturales en el sentido de que, si se consideran las relaciones entre física y
literatura a lo largo de un tiempo, hay una gran cantidad de obras literarias que han
recogido e intrepretado temas de la física...
Claro, y Weinberg no lo negaría tampoco. Además, él introduce otra restricción a su
opinión acerca de la falta de implicaciones filosóficas y culturales de la ciencia,
cuando expresa: "No estoy hablando de los efectos sociales de la tecnología".
Es evidente que cualquier conocimiento que se difunde en la sociedad puede inspirar otras
cosas y es posible que la indeterminación cuántica, para tomar un ejemplo, haya
inspirado cierto estilo caótico en la literatura. Tal vez sí o tal vez no. Hay muchas
especulaciones de ese tipo y no las rechazo. Pero se debe reconocer que es difícil
demostrar algo por el estilo. Si consideramos, por ejemplo, el impacto de la segunda ley
de la termodinámica en la literatura de la segunda mitad del siglo pasado, Weinberg sólo
está enunciando que aquí no se trata de consecuencias lógicas de la termodinámica,
sino de consecuencias de la analogía o de la inspiración metafórica que algunas
personas emplearon en sus obras.
En su libro, Ud. y Jean Bricmont parecen sugerir que hubo cierto dogmatismo en la
interpretación de Copenhague. ¿Es esto así?
Hubo cierto dogmatismo. Bricmont es más o menos partidario de la interpretación de
David Bohm, yo soy más reticente a pronunciarme porque me siento incómodo con todas las
interpretaciones de la mecánica cuántica. Me limito a sostener que cuanto más estudio
mecánica cuántica, menos entiendo. Pero sí, critico la interpretación de Copenhague,
aunque habría que aclarar que no existe "la" interpretación de Copenhague.
Existen varias y no me parecen coherentes. De todas formas, Bricmont, en uno de sus
artículos -o tal vez fue algo que me dijo oralmente- hace notar que dos físicos como
Bohm y Rosenfeld, quienes comparten las mismas ideas políticas y filosóficas (en el
sentido de que son marxistas o casi marxistas), sin embargo tienen ideas opuestas en
cuanto a la interpretación de la mecánica cuántica. Debo aclarar que me refiero al
primer Bohm, no al último Bohm "místico". Pienso en el Bohm del artículo de
1952, artículo muy importante que, desgraciadamente, ha sido ignorado. Sin embargo, ahora
está causando interés, sobre todo entre los filósofos serios de la mecánica cuántica.
Los físicos son un poco cerrados respecto de esto, por diversas razones. Parecería que
después de la década de 1930 se hartaron de los debates filosóficos. Me refiero a la
generación posterior a la de Einstein, la generación de Feynman. Esta generación estaba
cansada de la filosofía, quería proseguir con la física de estado sólido, con la
física de partículas, todo esto progresaba mucho. Feynman es abiertamente
antifilosófíco. Ese no es mi punto de vista: yo creo que eso es ridículo. Tener una
teoría cuyos términos fundamentales son incoherentes no sólo es mala filosofía, sino
que es mala física. Pero puedo comprender cómo cierta generación de físicos se pudo
haber alejado de esos debates y decir que todo está solucionado, que Bohm ganó y, pobre
Einstein, que hizo tantas cosas buenas en su juventud y después se cerró demasiado.
Ud. también parece desconfiar de Heisenberg...
En la parodia que publiqué en Social Text, para ablandar al lector, antes de
llegar a Derrida y Lacan, comienzo con los físicos Heisenberg y Bohm. Introduzco una cita
de Heisenberg que considero, desde un punto de vista filosófico, bastante floja
-evidentemente, no llega al nivel de Lacan, pero de todos modos no me inspira mucha
confianza-. Sobre todo, no hay derecho de filosofar en un libro para el gran público, tal
como es La imagen de la naturaleza, como sí estuviera explicando lo que
"está escrito" en las ecuaciones de la mecánica cuántica. Lo que él está
explicando, en realidad, es su interpretación filosófica que, por otra parte, quizás va
mucho más allá de la intepretación de Copenhague. Heisenberg afirma: "No se puede
más hablar del comportamiento de las partículas sin tener en cuenta el proceso de
observación". De acuerdo, digamos que hasta aquí es la interpretación de
Copenhague. Pero Heisenberg sigue: "La consecuencia es que las leyes naturales
formuladas en la teoría cuántica no se refieren ya a las partículas elementales
propiamente dichas, sino al conocimiento que tenemos de ellas". Eso ya es una
interpretación subjetivista de la mecánica cuántica, como si la función de onda fuera
la expresión de las probabilidades subjetivas de alguien. Yo no estoy de acuerdo con
esto. Debo aclarar que, en general, yo interpreto la probabilidad como probabilidad
subjetiva; en mecánica estadística creo que la interpretación de las probabilidades
más adecuada es la subjetiva, la que interpreta que la probabilidad se refiere al nivel
de conocimiento del fenómeno que uno tiene. Pero no creo que esta interpretación pueda
sostenerse en la mecánica cuántica. Heisenberg sigue: "No es ya, posible preguntar
si estas partículas existen en el espacio y el tiempo objetivamente. Cuando hablamos de
la imagen de la naturaleza en las ciencias exactas de nuestro tiempo, no queremos decir
una imagen de la naturaleza, sino una imagen de nuestras relaciones con la
naturaleza...". Esto es bastante peor que el comienzo pues lo que aquí
Heisenberg está sosteniendo es que la mecánica cuántica no describe los átomos, sino
únicamente las relaciones entre seres humanos y átomos. Pero afirmar que la mecánica
cuántica no describe los átomos de una estrella que existió un millón de años atrás,
por ejemplo, es un poco extraño.
¿Por qué no dedicaron un capítulo de su libro a discutir las ideas de llya
Prigogine ni las de Stephen Hawking?
En la versión inglesa de nuestró libro, en preparación, explicamos que no incluimos
a estos autores porque, en primer lugar, no deseábamos escribir una "enciclopedia
del sin sentido". Además no creemos que hayamos agotado todos los ejemplos posibles
y, sobre todo, existe una gran diferencia entre los textos que analizamos y autores como
los que Ud. menciona. Ni uno ni otro llega, ni siquiera, al diez por ciento del nivel de
impostura de Lacan o Deleuze. Bricmont ha escrito un articulo sobre Prigogine y Stengers
("Science of chaos or chaos in science?", Physicaha Magazine 17, 1995, N-0
3-4). Prigogine usa malos argumentos filosóficos que van más allá de su propia
teoría física que es, en si misma, muy controvertida. Sin embargo, da argumentos.
Hawking se basa en fantasías o, mejor dicho, en exageraciones debidas al nivel de
vulgarización que pretende. Todo el mundo cita la frase con la que concluye su Historia
del tiempo: "Si encontrásemos una respuesta a eso [la teoría completa], sería
el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de
Dios". Bueno, creo que eso pudo haber sido dicho para venderlo a los norteamericanos,
que son muy religiosos.
Existen varias cosas emparentadas con las que quisimos criticar, pero que son
diferentes y que excluimos de nuestro análisis, por las razones mencionadas más arriba.
Por ejemplo, nosotros no tratamos el importante tema de los excesos en economía. En dicha
disciplina se utilizan muchas matemáticas y tal vez las teorías sean muy erróneas,
porque no siempre son sustentadas por pruebas empíricas. Pero, en general, los
economistas saben de qué hablan cuando usan las matemáticas y las matemáticas citadas
son relevantes para las cosas que pretenden estudiar. Entonces, estas cuestiones son mucho
más sutiles que las imposturas que analizamos... y también mucho más importantes,
porque los economistas de la escuela de Chicago provocan mucho más daño que todos los
Lacans.
¿Y qué hay respecto del historiador de la ciencia francés Michel Serres?
Como lo mencioné, hemos tenido que trazar una línea. En principio, queríamos incluir
a Michel Serres en el libro. Pero el problema, como aclaramos en la introducción, es que
lo que él sostiene no es enteramente falso, él no es completamente ignorante de la
ciencia, sino que la mayor parte de lo que escribe es poesía. Aunque también habría que
agregar que el caso de Serres es muy grave, porque él se presenta a si mismo como un
puente entre las ciencias naturales y la filosofía o las letras, y parece ridículo
presentarse como gran conocedor de las nuevas ciencias, cuando hay mil filósofos que
entienden física mejor que él. Además, como poesía, creo que la suya es bastante mala.
En mi parodia en Social Text cité no solamente a Serres, sino también a críticos
literarios y profesores de literatura que citan a Serres, expresando las cosas más raras
sobre caos y teoría literaria.
Se les ha criticado que Uds. incluyen al sociólogo de la ciencia Bruno Latour como
uno de los impostores, cuando en realidad analizan sólo uno de sus artículos.
Sí, ya nos referimos a nuestra crítica a su análisis semiótico de la relatividad.
Ahora, es cierto que de todos los capítulos del libro en los que analizamos las obras de
autores con nombre y apellido, el capítulo más débil es el dedicado a Latour, porque es
un sólo artículo que no fue muy citado y está casi olvidado. Pero en la versión en
inglés de nuestro libro hemos añadido una crítica a un articulo que escribió en La
Recherche (marzo de 1998), en el cual se refiere al descubrimiento por parte de
arqueólogos forenses, en 1976, que estudiaron la momia del faraón Ramsés II (siglo XIII
a.C.). Los arqueólogos hicieron una autopsia de la momia y descubrieron que murió de
tuberculosis. Entonces Latour se pregunta: ¿cómo es posible que se muriera de una
bacteria descubierta por Robert Koch en 1882? Y señala, correctamente, que seria un
anacronismo decir que el faraón murió de una ráfaga de ametralladora o de un infarto
provocado por estrés. Luego, sigue razonando, afirmar que murió por el bacilo de Koch también
es un anacronismo. Ahora bien, Latour admite que, con el sentido común, es posible
afirmar que Koch descubrió una bacteria que existía antes, pero él rechaza esta
explicación que, según él, sólo tiene la apariencia del sentido común -aunque
en el resto del artículo no da ningún argumento para sostener su posición y, en
realidad, no ofrece ningún punto de vista claro-. Latour podría sostener o proponer la
idea radical que nada de lo que descubrimos existía antes del momento del descubrimiento.
Ello querría decir que ningún asesino es un asesino en el sentido de haber matado a
alguien antes de que la policía lo atrape. Pero no lo dice así. Y si no lo dice así,
entonces debería explicarnos cuál es la diferencia entre bacterias y asesinos. Sin
embargo, no lo hace, y entonces nosotros creemos que Latour no dice nada claro y que el
articulo oscila entre banalidades extremas y falsedades manifiestas. Es un ejemplo
magnifico de lo que deseamos criticar, y le agradezco que haya publicado este artículo.
¿Por qué en su libro no se ocuparon de la new age?
Dejamos de lado la new age y sólo nos referimos a ella en ocasionales
alusiones. Es lo que Gross y Levitt, en su libro Higher Superstition, llaman
"supersticiones bajas" (en oposición a las supersticiones elevadas", las
cuales son las que nosotros hemos criticado). Hay algo en la parodia de Social Text sobre
la new age, porque evidentemente existen lazos entre las "supersticiones
bajas" y las "supersticiones elevadas". En efecto, fui llevado a incluir
la así llamada "teoría del campo morfogenético" -que aparece en la parodia- a
causa de que Andrew Ross, uno de los editores de Social Text, se refiere a ella en
su libro. En los medios postmodernistas, se da la combinación del relativismo con el
rechazo a la ciencia tradicional y la inclinación por la crencia alternativa, por razones
que ellos consideran de reivindicación social. Ross no afirma estar abiertamente a favor
de estas teorías "locas", pero tampoco es muy crítico de ellas.
Uds. casi no hacen alusión al influyente autor francés Michel Foucault...
Yo no tengo nada en contra de Foucault, no conozco bien so trabajo. Pero me parece que,
sí él es relativista, se está refiriendo a las ciencias sociales, no a las ciencias
naturales y nosotros nos restringimos a analizar, en el capítulo filosófico, el
relativismo que concierne a las ciencias naturales.
Cuando en el libro dan cuenta de por qué se llegó a este estado de cosas o
recomiendan caminos para crrizar la brecha entre "las dos culturas", ¿están
haciendo ciencias sociales o escribiendo un artículo de opinión informada?
Hay tres partes del libro. A las dos secciones que hemos comentado hasta ahora (las
críticas a las imposturas y la sección sobre el relativismo) hay que agregar la tercera
parte, el epílogo, en el cual discutimos de manera muy conjetural, tímida, muy humilde,
cuestiones que son de historia intelectual. Nosotros no somos expertos en dichos campos y
sólo ofrecemos algunas conjeturas. El epílogo podría ser una contríbución a las
ciencias sociales, pero de manera muy conjetural.
Siendo que el marxismo ha sido quizás el origen de gran parte de la sociología
del conocimiento, la cual se ha desarrollado en los últimos años en un sentido
fuertemente relativista, ¿que nos puede decir al respecto?
Yo no sé si Marx fue coherente o los demás marxistas lo fueron. Hay una cierta
contradicción, porque Marx quiere erigir una ciencia social científica sobre la razón
dialéctica, pero admite, al lado de esta, a las ciencias naturales -más aún, admira las
ciencias naturales-. Sin embargo, no sé si es él o alguno de sus seguidores en los años
treinta, como el historiador de la ciencia Boris Hessen, que hablaron de "ciencia
burguesa" y "ciencia proletaria". No entiendo exactamente lo que significan
estos términos alusivos a la ciencia. Sí se quiere decir tecnología burguesa y tecnología
proletaria, eso ya es otra cosa. Es decir que, sí quieren hablar de aplicaciones de
la ciencia, entonces la caracterización "burguesa" y "proletaria"
podría ser válida. Si quieren decir, elecciones del campo por estudiar
evidentemente, la elección entre estudiar enfermedades raras que afectan a los habitantes
de los países ricos o estudiar la diarrea infantil, que no es muy interesante en sí pero
que afecta a millones de niños en los países pobres, eso va a afectar no solamente a la
tecnología, sino también que verdades vamos a descubrir. Las feministas sostienen que
ciertas enfermedades femeninas no han sido estudiadas por prejuicios de género y con esto
estoy de acuerdo (por lo menos en teoría, pues se debe examinar caso por caso). Admito
también que las verdades que uno está en grado de descubrir pueden depender de las
disposiciones mentales del investigador. Por ejemplo, tal vez los prejuicios sociales de
la Inglaterra victoriana facilitaron el descubrimiento de la selección natural: leí que
existen estudios que explican cómo Darwin fríe influenciado por Malthus. Y tal vez sea
verdad, como afirmaba Boris Hessen, que Newton haya sido inflirenciado por ideas
burguesas. Pero, al fin y al cabo, no existe una "mecánica burguesa" de los
planetas y una "mecánica proletaria" de los planetas. Puede ser que los
burgueses se interesen en los planetas y los proletarios, no. Entonces, tal vez, por ello,
la versión más radical de la sociología de la ciencia actual tiene cierta filiación
con el marxismo de los años treinta, como el representado por Hessen -aunque por
supuesto, haya importantes diferencias entre ambas cosas-.
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